Deliciosa señora que paseas,
por los campos de tierra bien amada;
he sentido de tus versos la llamada
y bendita de tu gracia, tu lo seas.
Agradezco la dulzura de tu verso,
de bondad y ternura acaudalado;
es esencia de belleza conquistado
y terminas por el gusto de tus besos.
Este amago de soneto te dedico,
como pago por tu bella compañía,
que disfruto por la noche y por el día.
Cuando quieras la puerta se abriría;
con la aldaba, no produzcas mucho ruido,
hay un verso de una dama ya dormido.
Emilio.
lunes, 27 de octubre de 2008
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